Georges Canguilhem dice que «todas las formas de vida son monstruos normalizados». Los seis intérpretes de la FAM se presentan como seis archivos vivos, seis documentos de carne y hueso. Ponen en juego su experiencia (encarnada), pero también una serie de historias de la era contemporánea que hablan sobre los trastornos alimentarios, el envejecimiento y el consentimiento. En resumen, del cuerpo de espía ocupado (y politizado) por diferentes modelos. La FAM nos invita a preguntarnos cómo nos relacionamos con nosotros mismos a través de la autoestima y, con los demás, a través de las relaciones sexo-afectivas, para descubrir que el cuerpo es tanto el problema como la solución. Lo que comienza como un réquiem por el resto de los cuerpos, se transforma en un himno/baile por la diversidad, por los afectos, las acciones, las pasiones... Todo lo que nos pone nerviosos, nos despierta y desplaza los límites.