AÜC – el sonido de las grietas

Sobre el espectáculo

AÜC es aquello que se oye entre las costuras del silencio y la rabia. Es el grito o el lamento silenciado en nuestra cotidianidad. Es un lugar incómodo pero necesario. AÜC habla de ti, de mi, de nosotros. Las violencias sexuales son invisibilizadas por desconocimiento, connivencia o horror. Las violencias sexuales son diversas y mucho más extendidas de lo que querríamos imaginar. Te invitamos a habitar este AÜC, porque no hay nada más revolucionario que apoderarte de él. Compartimos para reconocer, compartimos para cambiar, compartimos para perder el miedo. Cinco intérpretes, muchas historias, infinitas experiencias y un AÜC. ¿Qué pasa cuando juntamos en una misma mesa a una psicóloga, una superviviente de violencia sexual, una socióloga, una bailarina, una música, una productora y una performer, todas ellas feministas? Pues lo primero, se conocen, se explican quién son, comparten momentos y se hacen preguntas a veces complicadas. Este es el punto de partida de AÜC, un espectáculo que quiere poner a la violencia sexual en el centro de la acción dramática. Como equipo queremos alejarnos al máximo de los tópicos que envuelven un tema tan complejo como lo es la violencia sexual. No -solamente- hablamos de los violadores que te esperan en un callejón oscuro a altas horas de la madrugada. Tampoco de una violencia que victimiza a las mujeres y les otorga así un papel casi de accesorio de sus propias experiencias. Entendemos que el camino de este espectáculo se escribe en primera persona. La violencia sexual se explica en todas las primeras personas que la viven. Y queremos hacerlo todo desde una perspectiva feminista, porque entendemos que para hacer un espectáculo rupturista con los tópicos y que pueda ofrecer un debate propio sobre cómo encaramos la violencia sexual tanto socialmente como a nivel individual, es indispensable hacerlo de esta manera. AÜC tiene una voluntad claramente política de enfrentarnos con aquello invisible, hacer audible aquello que no se quiere oír, reflejarnos en el pesado espejo de la violencia sexual que tenemos tan cerca, aunque lo deseemos tan lejos, para salir fortalecidas, cuestionadas y con ganas – finalmente- de hablar.